No hay nada más importante que la compañía. Nos la pasamos la vida entera contando, escuchando y viviendo en carne propia las historias de nuestras relaciones con los demás. Los encuentros y desencuentros. El amor, la pasión, el cariño y la devoción. El odio, la decepción, el desengaño y la perdida. Toda nuestra vida se entreteje al rededor de los otros.
Somos seres sociables por naturaleza dicen algunos filósofos… Somos seres cuidables por naturaleza dicen algunas filósofas… Lo central sigue siendo lo mismo. En soledad perecemos. Necesitamos de otro para sobrevivir… Un bebé que no es acunado y cuidado, se muere. Somos la especie que más años de cuidado necesita antes de poder “vivir por cuenta propia”.
Entre comillas, porque aun siendo adultos, necesitamos de una comunidad que nos acoja para sobrevivir y estar sanos. Contar con relaciones de calidad es la variable que mejor predice la salud a lo largo de la vida. Más que el ejercicio o la buena alimentación.
Por esta necesidad de cuidado, algunas filósofas dirimen el debate entre si somos sociables por naturaleza o violentos por naturaleza, diciendo que ni lo uno ni lo otro. Lo que realmente nos define cómo especie es que somos: seres cuidables. Necesitamos de un cuidador en la niñez y en la vejez. Y requerimos del apoyo de un grupo social toda la vida. Si nadie nos cuida los primeros años de nuestra vida, sencillamente morimos.
Solo para aprender a caminar tardamos entre un año y un año y medio. Para comunicarnos bien entre tres y cinco años. Otra persona debe alimentarnos, vestirnos, bañarnos, protegernos y hacer una infinidad de cosas por nosotros durante al menos nuestros primeros 7 años. Si hemos llegado a la adultez es porque alguien nos ha cuidado.
Ahorita parece absurdo que después de los siete años, un niño pueda vivir sin sus padres. Muchos se quedan en casa hasta pasados los 30. Sin embargo, hace no más de dos generaciones los niños que salían a hacer vida lejos del hogar eran llamados: “Andariegos” (en Colombia). Quien desee saber del tema podrá preguntar a sus padres y abuelos.
La regla más importante del mundo
Las ideas más esenciales no son nuevas. Se intuyen. Se transmiten de diferentes formas. Y se pasan de generación en generación… Todas las investigaciones parecen llegar a las mismas conclusiones que milenios atrás ya propagaban filósofos y lideres religiosos.
Zoroastro, Confucio, Laotsé, Buda y Jesus ya hablaban de la forma adecuada de tratar a otros. “Jesus lo resumió en un pensamiento que es probablemente la regla más importante del mundo: “Haz al prójimo lo que quieras que el prójimo te haga a ti”” (Carnegie, 1940, P. 144).
Dale Carnegie, 1940, lo reduce en la regla: “Haga que la otra persona se sienta importante, y hágalo sinceramente”. Según Carnegie todos tenemos un deseo profundo de sentirnos importantes. Yo considero que el deseo básico es sentirnos amados.
Sin amor, morimos
No es una idea loca. Él psicólogo John Bowlby considera el apego una necesidad. Nacemos con una serie de conductas innatas que nos permiten crear vínculos cercanos con nuestros padres o primeros cuidadores. La succión, la sonrisa, el llanto, el balbuceo.
Quién sea padre recordará lo placido que duerme un recién nacido en los brazos de quien lo cuida y lo fácil que despierta una vez se pone en la cama para dormir solo. La relación con el primer cuidador es la garantía de seguridad y supervivencia. Y el llanto es la estrategia más rápida para obtener nuevamente el contacto perdido.
Harry Harlow demostró a través de la investigación que el afecto es una necesidad ¿Qué preferían los monos rhesus? ¿alimentarse o estar en contacto físico con un muñeco de felpa suave? ¿Que era más esencial para ellos? Los monos preferían el contacto físico. Solo se separaban del muñeco de felpa por periodos cortos para alimentarse y volvían con el muñeco nuevamente.
¿Podrían los monos sobrevivir si solo se les proporcionaba comida y bebida? Son experimentos muy crueles que hoy en día no se pueden realizar. Harlow sí pudo y descubrió que los monos que sobrevivían desarrollaban pasividad, indiferencia y catatonía. Eran incapaces de relacionarse, dejaban de alimentarse y algunos morían. No por falta de comida sino por falta de afecto.
¿Creen que pase lo mismo con los humanos? Es triste que sepamos la respuesta. Pero así es. En 1989 el mundo se conmocionó con las imágenes de los sobrevivientes de los orfanatos de Rumanía ¿Cómo se comportaban los niños menores de tres años que no habían sido mimados, abrazados o acunado? Aquellos niños a los que nadie hablaba, cantaba ni miraba a los ojos, estaban en completo silencio. Mecían sus cuerpos de un lado a otro abrazándose a sí mismos. No se reían, no hablaban ni lloraban… Al rededor de veinte mil niños fallecieron en estos orfanatos.
Federico II de Honhestaufen en el siglo XX hizo un experimento con varios bebés a los que se les ofrecía comida y bebida pero nadie podía tocar y hablar ¿Con qué propósito? Quería saber cuál era el idioma original ¿Qué idioma hablarían los bebés si nadie les enseñaba uno?… ¿El resultado? Todos los bebes murieron (Montagu,2016).
Abrazar y besar
Y ¿Qué hay de los adultos? ¿Necesitaremos también contacto físico, afecto y amor? Dice Paul J. Zack que hay que abrazar unas 8 veces al día. Marian Rojas Estapé dice que: “Tocar es la mejor forma de liberar oxitocina. Desde las caricias y los besos hasta los abrazos” (Rojas, 2021, P. 84).
Marían habla de la oxitocina porque es la hormona relacionada con las conductas de afecto, cuidado y empatía. La oxitocina a su vez activa la secreción de serotonina. Esta última esta relacionada con la sensación de felicidad, con la libido y con la sensación de bienestar (Rojas, 2021). En otras palabras, el contacto físico, los besos y los abrazos nos ayudan a sentirnos felices, seguros y tranquilos sin importar qué edad tengamos.
Como dato curioso, los doctores John Gottman y Julie Schwartz Gottman, expertos en el estudio de las relaciones de pareja dicen que para generar esa sensación de seguridad, conexión y segregar oxitoxina, lo mejor es un beso de seis segundos y un abrazo de 20 segundos. Sin embargo, sin importar el tiempo. Lo verdaderamente importante es que todos necesitamos amor, atención, cariño y cuidado. En cualquier forma que venga, bienvenido sea.
“Amor” del malo
¿Qué pasa cuando no obtenemos estas muestras de amor? Nos conformamos con cualquier tipo de contacto que podamos obtener. De ahí que sea preferible el odio a la indiferencia.
Howard Glasser y Jennifer Easley son los creadores de un tratamiento terapéutico para tratar niños con problemas de conducta y tienen una analogía entre el afecto y la comida. Según estos autores todos los niños necesitan atención y afecto. A partir de estas expresiones de atención hacia el niño, él va construyendo su autoconcepto. “Se va nutriendo”.
Cuando el niño no puede obtener atención a través de conductas positivas, lo hace a través de conductas negativas. Como con la comida, la necesidad de comer es esencial. Podemos comer comida sana que nos nutra y nos permita crecer y desarrollarnos de manera adecuada o podemos comer comida chatarra que nos enferme. Pero NO podemos dejar de comer.
Esto es fundamental para entender porque en estos casos, los regaños, los gritos y los “castigos” NO sirven para reducir las conductas problema. Al contrario, las aumenta. Porque es la forma principal a través de la cual el niño obtiene esa conexión social que necesita.
¿La solución? Empezar a mostrar afecto y atención a las conductas positivas para reforzarlas (aumentar su ocurrencia) y solo cuando el niño se haya acostumbrado a obtener atención y cariño “del bueno”, se pueden hacer llamados de atención o señalamientos a las conductas inapropiadas.
Siguiendo con la analogía. Solo si uno se ha acostumbrado a comer bien, puede resentir las consecuencias negativas de comer mal. En cambio, si la comida chatarra es todo lo que conozco no me importará su calidad, solo importa que es comida.
Relaciones de pareja
También pasa en nuestras relaciones de pareja. Haremos lo que sea para mantenernos conectados aunque sea de forma negativa. En los inicios todo es más fácil. Amar, cuidar y desear parecen darse de forma natural. Todo es novedoso y excitante. Solo nos vemos para pasarla bien. Vamos al cine, a fiestas, a restaurantes y salimos de paseo… Mostramos lo mejor de nosotros. Nuestros gestos, palabras, y hasta el color de la camisa están pensados para hacer de cada momento algo inolvidable.
Pero transcurre el tiempo y la sonrisa más linda que jamás habías visto se vuelve la misma sonrisa de ayer. Se reducen las citas románticas. Llega el momento de pagar las cuentas, limpiar la casa y preparar la comida. Hay que planear y organizar una vida entera. Responsabilidades aquí y allá.
Es más difícil ser cómplices y mostrar afecto después de un largo día laboral, una mala noche o una semana entera de discusiones sobre quién debería encargase de que en la casa. Podrán llegar a parecer remotos aquellos momentos en los que se dedicaban tiempo y esfuerzo para hacerse felices.
Empiezan las peleas, las discusiones, las malas miradas, las malas palabras y en algunos casos los malos tratos y los golpes. No todas las parejas llegan a este punto. Para la mayoría es más común llegar al desamor.
¿Por qué es más fácil amar al principio?
Es un fenómeno complejo. Los neurólogos lo atribuyen a los altos niveles de oxitocina. Los psicólogos lo atribuimos a la novedad de los estímulos y a las actividades de disfrute que se comparten. Las mayoría de las interacciones son agradables. Nos dedicamos con empeño a hacer cosas que “nutren” la relación. Cuando se reducen o culminan las interacciones positivas, con estas interacciones se va el amor.
Pareciera que el deseo surge de la nada, pero no es así. Puede haber una base -atracción- pero el resto lo construimos nosotros. Dedicamos tiempo a planear las citas, a escoger los lugares adecuados para disfrutar de una velada, nos esforzamos por lucir atractivos, cuidamos nuestras palabras, mostramos afecto continuamente, nos acariciamos, besamos, alagamos y escuchamos. Esta es la gasolina del amor.
Con el tiempo nos desmotivamos y empezamos a conectar a través de los malos tratos. Si estamos cansados y estresados requiere menos esfuerzo hablarnos mal que decirnos algo bonito.
Ofertas de conexión
Las parejas realizan constantemente conductas para conectar de manera corta y esporádica. Los doctores Gottman lo llaman “Bids for connetion” (ofertas de conexión). ¿ya viste qué lindo está el día? pregunta la mujer a su esposo mientras este lee el periódico ¿Cómo sueles respondes tú a las ofertas de conexión de tu pareja? Las parejas que responden al menos el 86% de las veces son las que perduran.
¿Y si mi pareja no responde?… ¿Recuerdan lo que hace el recién nacido cuando lo descargan en la cama para que duerma solo? Ya no se nos permite casi llorar, está muy mal visto. Pero nos ponemos pesados. Los psicólogos llamamos a este fenómeno, estallido de extinción.
Si el botón del control de la tele no funciona después de picarle una vez. Le picamos dos, tres o diez veces. Si sigue sin funcionar, nos ponemos creativos e intentamos, mover las baterías, cambiarlas, sacudir el control, acercarlo a la tele, golpear la tele, golpear el control ¿Cuál es el limite? Depende de nuestra propia historia de vida. Podemos no llegar a golpear nada. Ni objetos ni personas.
“¿Viste que bello está el día?”… “Está muy lindo ¿cierto?”… “¿¡Amor!?”… “¿¡Amor! Me escuchas?”… “¡oye mi vida! ¿Me escuchas?”… Habrá quienes se den por vencidos aquí. Otros seguirán insistiendo, comunicándose de forma asertiva: “¡Amor! Te he hablado varias veces ¿No me escuchaste?”… “Me gustaría hablar contigo de algo amor ¿tienes tiempo?”… “Siento que a veces te hablo y no me escuchas. Cuando eso sucede me siento mal. Se que a veces te concentras mucho en lo que haces y te cuesta parar pero no me siento bien cuando te hablo y no me respondes ¿Cómo crees que podamos resolverlo?”.
La muerte del amor
Habrá quienes tomen una vía más rápida pero más peligrosa: “Nunca me escuchas cuando te hablo”… “Yo no te importo”… “¡Claro! seguramente es más importante cualquier otra cosa que yo”… “Siempre leyendo las mismas estupideces”.
¿Se genera conexión de esta forma? Sí. Pero, si volvemos a la analogía de la comida y el amor, es como la comida chatarra. Te sienta mal en el momento y te enferma a largo plazo. Respondemos más rápido a los malos comentarios que a los buenos. Todo aquello que genera emociones negativas está asociado con el riesgo a morir. Responder a estos estímulos ha sido vital en nuestra evolución para preservar la vida.
Si estoy en un lugar seguro puedo leer el periódico en paz. Si hay un terremoto, entra un ladrón o alguien me ataca debo parar cualquier actividad que realice y atacar para huir y ponerme de nuevo a salvo. Las agresiones verbales se interpretan del mismo modo a nivel fisiológico. Estas generando conexión pero ¿a qué costo? A costa del amor. Nadie quiere estar con quién lo hiere. Menos aún cuando este tipo de interacciones basadas en las críticas, el desprecio, los gritos y los malos tratos se vuelven cotidianos.
Es la misma estrategia que usan las grandes compañías de redes sociales para mantenernos enganchados al móvil. Lo hacen a costa de nosotros y de nuestra salud. No lo hacen por error. Han investigado si es más fácil mantenernos conectados a través de emociones positivas o negativas ¿qué han descubierto? que la respuesta emocional negativa aparece más rápido. Y han usado este dato a su favor (Lanier, 2018).
Las repercusiones sociales son muchas. Incremento en tasas de suicidio en adolescentes, ansiedad, depresión, irritabilidad, perdida de habilidades sociales, retraso en la adquisición del lenguaje, entre otras. Afecta la salud en todos los ámbitos. Necesitamos movernos para estar sanos. Mientras estamos en en redes “sociales”. No nos movemos (más sobre esto en mi articulo ¡A MOVERSE!), no conectamos realmente con otros (no socializamos), no nos tocamos (ya sabemos que es necesario). Dejamos de hacer las cosas que nos hacen humanos y nos dan felicidad.
Relaciones que enferman
¿Qué pasa con las parejas cuando caen en la trampa de conectar a través de conductas que generan emociones negativas en el otro? A corto plazo esta el malestar de la discusión y las malas palabras. Con el tiempo, cuando son más las interacciones negativas que las positivas, se generan procesos aversivos hacia la pareja. Empiezan a experimentar aburrimiento, pereza, frustración, rabia, repudio, etc. al estar juntos. Se va muriendo el amor y se cultiva el odio.
Llegará el momento donde ya no quede ni rastro de lo que un día fueron. Olvidarán los instantes en que se amaron y cuidaron. A veces, ya no querrán ni saber del otro. Quienes terminan y luego consiguen hacerlo mejor en su siguiente relación podrán archivar la historia y seguir con su vida.
Otros harán de esto una forma habitual de interactuar. Cuando se vuelve un patrón de conducta -repitiendo las mismas estrategias para conectar en futuras relaciones- con los años aparecen las enfermedades ¿Por qué? Porque la base de este tipo de conexión está en mantenernos en modo supervivencia.
Funcionamos diferente cuando nos sentimos en peligro. La circulación cambia, el ambiente hormonal, la respiración, la temperatura, etc. Para la mayoría de procesos fisiológicos saludables necesitamos estar en calma. Para digerir la comida, descansar, recuperarnos, reparar las celular, oxigenar de manera apropiada todas las partes del cuerpo, etc.
La reciprocidad
“Un acto sincero de bondad siempre genera otro” (Klaus). Cuando tratamos al otro con cariño, este está más motivado para tratarnos de la misma forma. Los psicólogos lo llamamos reciprocidad. Las conductas no ocurren en el vacío sino en relación con el entorno. Nuestro comportamiento genera unas consecuencias y esas consecuencias a su vez modifican nuestra conducta.
Esto sucede con las buenas y malas acciones. Cuando, ignoramos, gritamos o insultamos a alguien (conducta) la otra persona se siente atacada, se enoja y responde defendiéndose. Ya sea poniendo un limite o gritando e insultando (consecuencia).
Si quieres recibir buenos tratos, amor, cuidado y compasión. Inevitablemente tienes que empezar tú siendo quien trate bien a los demás, brindes amor, cuides del otro y muestres compasión. Parece que después de todo, el karma sí existe. Lo malo que hacemos se regresa. Lo bueno también.
Así que… Trata a los demás como quieres que te traten a ti. Haz lo como si tu vida dependiera de ello. Porque tu salud y tu felicidad sí que dependen de ello… Y la de los demás también… Informate, toda la vida aprendemos. La vida y las relaciones están llenas de dificultades. La manera en que enfrentamos esas dificultades hacen la diferencia.
Referencias
Marian Rojas Estapé 2021; Dale Carnegie, 1940; Howard Glasser y Jennifer Easley, 1999; Jaron Lanier, 2018; Paul J. Zack, 2012; Ashley Montagu, 2016; Película Klaus.
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